[vc_row][vc_column][vc_column_text css=».vc_custom_1591218730873{margin-bottom: 0px !important;}»]La naturaleza de los seres humanos es buscar la vía rápida y fácil para cualquier resultado, sobretodo, si de bajar de peso se trata. ¿Qúe hacemos cuando se avecina un matrimonio, grado o viaje a la playa? Enseguida lo que se nos viene a la mente es:
- ¿Qué me pongo?
- ¿Cómo hago ahora para perder esos kilos de más y verme espectacular en ese vestido? (llámese de baño, de gala, de fiesta, de matrimonio, de grado).
Y no han pasado 5 minutos desde que nos dieron la noticia que en 30 días vamos a tener la reunión de los 20 años de egresados, cuando ya estamos empezando a pensar en una “solución inmediata” para llegar a esa meta: vernos radiantes cuando entremos por esa puerta y que nos digan: “A ti sí que no te pasan los años” o “como estás de delgada(o), qué hiciste?”.
Y basándonos en ese ideal, comenzamos a buscar cuál es la dieta mas efectiva para bajar esos números que consideramos están mas elevados de lo normal y terminamos dejándonos conquistar por el plan detox con jugos o por aquella dieta alta en proteínas con muy pocos carbohidratos. A la semana ya hemos disminuido algunos números y nos sentimos dichosos. Efectivamente, logramos entrar en el vestido y nos vamos al viaje o asistimos a ese encuentro especial luciendo un cuerpo mas “escultural”, pero vaya sorpresa, a las pocas semanas o meses, esos números comienzan a subir de nuevo y el ciclo se repite.
¿Por qué bajamos de peso tan rápido?
A simple vista estos programas para bajar de peso de manera acelarada parecen efectivos, ya que la mayoría que los siguen, empiezan perdiendo kilogramos de manera muy rápida. Algunos dirán: ok, eso suena bien, yo quisiera eso también, pero la realidad es que posiblemente el peso que se esté perdiendo, sea el equivocado (hablando en términos biológicos). A la primera semana vemos que el número en la báscula disminuye rápidamente y esto se debe a que nuestro cuerpo está expulsando el exceso de nitrógeno (proveniente de las proteínas) a través de la orina, además dado que cada molécula de glucógeno reúne tres moléculas de agua a su alrededor en la célula muscular, al agotarse las reservas de carbohidratos (por una dieta sin este sustrato), es muy posible que las células musculares también se puedan deshidratar.
No solo la deshidratación puede ser perjudicial, sino también todo el efecto que tienen estas dietas tan estrictas a nivel de nuestro metabolismo y salud emocional.
Es importante que entendamos que estas fluctuaciones y cambios también ocurren en nuestras células adiposas, ocasionando que estas aumenten hasta 10 veces su capacidad secuestradora de la grasa, por esta razón cuando abandonamos la dieta en cuestión, comenzamos a subir de peso de manera mucho mas acelerada.
Sea cual sea la razón o motivo para que el aumento de peso se diera, debemos integrar el hecho de que somos mucho mas que una apariencia física. En 15 días no podemos cambiar una historia de años, a veces se requiere de mucho mas tiempo, de altos y bajos, de aciertos y desaciertos. Para que haya ADHERENCIA a un programa de alimentación consciente y saludable, es necesario primero que aprendamos a escucharnos, comprendernos y aceptarnos, eso es lo que finalmente nos conectará con nuestra propia realidad y nos va a dar las herramientas que necesitamos para llevar a cabo nuestro proceso.
“La solución está en aprender hábitos saludables que nos permitan lograr resultados perdurables en el tiempo”
Esto se logra con mucha conexión y aprendizaje, mi recomendación es que siempre antes de iniciar un programa para pérdida de peso, nos planteemos una meta que sea objetiva sin que ella deteriore la salud física, ni tampoco emocional, para esto sugiero que consultemos con un experto que nos guíe y acompañe de manera humanizada y amorosa en este camino.
Referencias:
- Kleiner, Susan M. y Greenwood-Robinson, Maggie. (2019); The New Power Eating. (pp:104-105). Champaign, IL: Human Kinetics, Inc.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]