Por años hemos venido escuchando que proteínas como la carne, la yema del huevo y los lácteos enteros (no descremados), debemos consumirlos en moderación porque son perjudiciales para nuestra salud. ¿Qué tan cierto es esto?

La mala fama de este tipo de proteínas se justifica porque son altas en grasa saturada y en exceso pueden elevar nuestros niveles de colesterol , mas conocido como el colesterol malo.  Esto no es un misterio para nadie, sin embargo, no nos explican que la PROTEÍNA es la materia prima de nuestras células y de las enzimas que las mantienen en funcionamiento, e incluso de nuestro sistema inmunitario que se compone principalmente de los aminoácidos sintetizados a partir de este importante macronutriente.

Es allí cuando nos empiezan a confundir, no podemos comer carne roja, ni yema, ni lácteos porque están llenos de grasa, ¿entonces, es mejor que comamos todo en su presentación “light” o lo mas bajo en grasa posible? Mi respuesta es NO, todo al igual que las proteínas altas en grasa saturada, debe ser consumido en moderación y en su justa medida. Tipos de proteínas hay muchísimas y aquellas bajas en grasa saturada o de origen magro, deben ser nuestra opción a priorizar: pechuga de pollo, pavo, pescado, clara de huevo, algunos mariscos, legumbres, etc.

Todos los excesos son perjudiciales, la enfermedad, el sobrepeso y los altos niveles de colesterol LDL provienen del desequilibrio de nuestras hormonas y no necesariamente es causado por el consumo esporádico de proteínas altas en grasa, es un conjunto de hábitos inadecuados: sedentarismo, altos niveles de estrés y una alimentación pobre en nutrientes.

En resumen, las proteínas son los ladrillos que necesitamos para que nuestra masa muscular, nuestros órganos y sistema funcionen de manera adecuada, la idea es aprender a equilibrar todos los tipos de alimentos, optando por consumir con mayor frecuencia aquellas fuentes de origen magro, alternando con proteínas de origen vegetal como las lentejas y frijoles, y por qué no, de vez en cuando darnos un gustico con ese queso madurado que tantos nos gusta o con el chicharrón que nos prepara la abuela.

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